martes, 4 de junio de 2013

Caída Libre

Déjalo que duela.
Al final del día voy a dormir, olvidando todo esto. Luego despertaré sin saber qué parte es real y qué parte sólo sueño, y me fingiré seguro de la respuesta. Me diré:

“Jacques, has estado cayendo por este abismo desde hace más de trece años. Has perdido las ropas por la erosión del viento, se ha cristalizado tu piel por la temperatura y la falta de sol, sólo te queda tu reloj y las visiones”

Tal vez esto es patológico y ya. Tal vez al otro lado del dormir vivo una vida real y cada noche sueño la misma pesadilla. La del niño que tropezó y cayó en el lugar incorrecto en el momento incorrecto. Todo por hacer lo incorrecto. Ahora soy un adulto que podría llamarse experto en el arte de caer.
Están las visiones, eso sí. Colores que cobran formas y rostros, silbidos que se hacen voces. No estoy solo y tal vez ni siquiera son visiones, sino verdaderos seres que me acompañan o que caen también.

A quién engaño. Estoy solo.

Y me consuela imaginar que alguien allá arriba aún pregunte por mí. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Despedidas

Despierto, es de madrugada. Mi casa es casi una cabaña, allá afuera es casi una playa. Nada ha estado tan definido por aquí.

Hoy me toca ir a morir. No me puedo levantar, siento el olor del agua y la sal en el aire y no sé si estoy listo para despedirme de ese aroma ni de Marilyn Monroe. Siempre pensé que ella se parecía a Marilyn Monroe. Creo que se está burlando de mí con ese vestido blanco que se puso hoy para verme en mis últimos momentos, ríe sin dejarme saber si realmente me ama o si sólo está jugando. Tal vez sólo quiere hacerme sufrir más.

Fantaseo con convertirme en la paloma que era en otras épocas, antes de ser humano. Pararme en el hombro de Marilyn, llorar sangre, volar, llegar al techo más alto, morir ahí, como paloma, pero incluso desde ese techo alcanzo a ver mi lecho de muerte. Marilyn camina conmigo, con su rubia cabellera. Caminamos hacia la guillotina, hoy me toca ir a morir. Me acompaña, me sonríe, me besa y no es como en las películas en las que hay un montón de curiosos observando. Somos sólo ella, el verdugo y yo.  Nos miramos una última vez. Yo sufro pues sé que debajo de la sonrisa y las lágrimas no hay más que miedo. En este momento, me toca morir. El verdugo prepara la navaja, jala la cuerda. Rodillas al piso, cuello preparado. Se oye el golpe, un corte rápido, sin un solo grito de dolor. Ahora, mientras la cabeza de Marilyn cae sobre un balde, he muerto.


Lloro sangre.  

jueves, 16 de mayo de 2013

Lo propio

La noche es violeta sobre el cementerio, no sé en otro lado cómo sea. El hermano menor se aproxima sin el cariño que suele cubrir estas situaciones a la tumba del mayor. Seguro ya está descompuesto después de tantos años. Hoy, es día de tomar lo propio.

Ante la mirada única del Arcángel Miguel corroído por el viento que amenaza con su espada al hermano menor sin moverse un milímetro, el joven enojado cava y cava, disponiendo la tierra húmeda en el borde de la fosa hasta topar con un cuerpo sin ataúd. En su distracción, no observa que los huesos del hermano mayor se han vuelto diamantes pero no podría importarle menos; los toma con sus manos desnudas y los avienta lo más lejos del agujero, se acuesta y toma al fin el lugar que él cree que le pertenece.

Tras unos minutos con los ojos cerrados, el hermano menor encuentra la falla en su plan. ¿Quién le enterrará ahora, si el Arcángel Miguel no es más que una estatua y su hermano es un valioso montón de huesos?

La tierra escucha su plegaria y en un bostezo tiembla, regalándole al hermano menor, al fin, la oportunidad de tomar lo propio.

lunes, 6 de mayo de 2013

Corre


Corre antes de que te atrapen. Agáchate para no golpear tu cabeza en las tuberías. Aúm es un largo camino antes de la salida. Recuerda lo que dijeron los compañeros de celda, esos que no pudieron escapar. Todos aquellos que lo intentaron, siempre volvieron, llenos de heridas, enfermos por el metal oxidado que se quedó en su sangre, con el cuerpo lleno de cristales.

Ya has vivido esto, corre. Corre como imaginabas correr cuando aquellos fallidos escapistas de la gran prisión contaban sus historias con la emoción de quien cree poder cambiar el pasado imaginándolo de nuevo. No pienses.

Lo que venga después será una nueva huída. Ni siquiera recuerdas lo que hay afuera. Si no supiste lo que había antes de la gran prisión no importa saber lo que habrá luego, ahora lo único que hay es un pasillo metálico, viejo y húmedo. Y estás corriendo a través de él.

¡No debiste haber mirado atrás! ¡Has chocado con el enemigo! Levántate, despierta y corre una vez más.

¿Un espejo? Es tan sólo un espejo. Tal vez sea momento de tomar un respiro. Ahora huye de nuevo, que las manos empiezan a salir de tu propio reflejo, intentarán asfixiarte con tu propia imagen. Corre ahora por el nuevo pasillo hecho de mil y un cristales reflejantes, no te confundas a ti mismo, sólo corre.

Llegaste al callejón sin salida. Juraste no hacerlo, juraste escapar como no hicieron los restos que quedaban de tus compañeros. Ahora estás frente a un nuevo espejo que no te permite girar, sólo hay un camino y es el de regreso. ¿Qué harás ahora?

Brincar a través del espejo. Gran idea, ahí estás ahora encandilado, lleno de vidrios en toda la piel, encandilado en los ojos por la luz tan blanca que no conocías, encandilado por el color y la sangre que escurre por los pedazos de cristal en tu cuerpo.

Miras hacia atrás, ves tu reflejo una vez más. Ese reflejo lleno de sangre y vidrios. Retrocedes, caminando hacia la luz y dándole la espalda, tu reflejo avanza en dirección contraria, camina por el viejo pasillo sin salida, vuelve con los antiguos compañeros y mientras tú descubres la luz que hay afuera de la Gran Prisión, tu reflejo vuelve con los compañeros de siempre. Con la sangre llena de óxido y la ignorancia de lo que estás viviendo.

lunes, 22 de abril de 2013

Exposición Permanente


Hay cientos de máscaras sobre las mesas del estudio de la Reina. “Maravillas” diría cualquiera, pues estas parecieran ser pinturas al óleo, sin embargo no tienen ningún papel, lienzo ni base similar. El sonido es el del vacío, excepto por la constante interrupción de la voz en las bocinas. “A continuación: El último día del Rey”, repite y repite con voz mecánica.

Con excepción del espejo frontal, todas las paredes están tan manchadas que no se puede adivinar cuál es su color original. Yo, en lo personal, creo que ni siquiera hubo paredes, sino que entre tanta mancha  se fueron armando en una intuitiva y caprichosa arquitectura. Un cascarón para la representación del joven Rey sentado sobre una silla, a espaldas de otra vacía. Igual, oleoso.  Contornos bien definidos, desnudo y fuerte, como se mostrara ante sus súbditos en los primeros días de su gobierno.

“A Continuación: El último día del Rey”

El público se amontona del otro lado del espejo, por ahí por donde es sólo cristal. Observan maravillados la representación realizada por la Reina de su esposo en su juventud. Pocos lo recuerdan así, sólo los más viejos. Hoy casi todos piensan en su Rey agonizante, que seguramente reposa con una respiración entrecortada en alguna parte de su palacio, mientras su mujer le rinde un homenaje en un museo.

-Siempre fue una gran artista, la Reina.

“A Continuación: El último día del Rey”

De entre las paredes que pueden ser sólo manchas, se abre una puerta. Entra la Reina, que logra escuchar las voces sorprendidas del público del otro lado del espejo. Ella también es vieja. Flaca, como nunca lo había sido. Arrugada y más cubierta por una corteza vieja que por piel. Se acerca al espejo, como si pudiera ver a través de él y con una sonrisa empieza a desnudarse.

Libre de joyas y velos, sin corona ni nada que la distinga, su cuerpo que a pesar de lo flácido se ve seguro y lleno de la vida de la madre sabia, se acerca a la pintura en óleo de su marido.

Lo Besa.

“A Continuación: El último día del Rey”

El público aún confundido por la aparición inesperada de su Reina y sus acciones tan despreocupadas, se confunde aún más cuando ella se sienta en la silla vacía y se empieza a pintar con los dedos. Conforme la pintura va cubriendo su cuerpo,  ella se ve joven, con contornos definidos. Desnuda y fuerte, como se mostrara ante sus súbditos en los primeros días de su gobierno.

“A continuación: El último día del Rey”

Los de nuevo jóvenes Reyes sentados espalda con espalda, se alcanzan a ver de reojo una última vez. Ven la pintura que hoy los convierte en lo que serán para siempre.

Lentamente dejan de respirar.

“Gracias por su asistencia, los invitamos a la próxima exposición...”


miércoles, 10 de abril de 2013

Pintada


De lejos la gente se compadece, pues la chica que se ve como pintada en acuarela tiene una nube encima, una nube que no para de llover.

Ahí la ven, mirando hacia arriba, con el rostro que pinta la tristeza resignada, pues el cielo siempre es azul al horizonte, pero sobre ella sólo hay sombras. Cuan obvio es que ella se esfuerza por volver a sonreír, pero ¿quién podría sonreír viviendo como vive la chica que se ve como pintada de acuarela?

Ella no habla con nadie, el tono que le dirigen todos los paseantes de ese país donde nadie deja de caminar es lastimoso, aburrido, no le permite explicarse pues para ellos es más simple quedarse con su compasión. La chica que se ve como pintada de acuarela ama su nube, por eso la mira al cielo con una sonrisa opacada por el dolor constante que sólo el agua puede aliviar, el dolor de ese fuego que nace desde el vientre y el corazón, las llamas que nadie puede ver, pues es más fácil mirar la nube que hay encima, flotando.

El chico que pareciera estar hecho de periódico ha pasado muchas veces por ahí. Nunca le ha dado palabras de consuelo, pero se ha detenido, a diferencia de los otros, que sin dejar de caminar hablan. Tal vez es por eso que la chica que se ve como pintada de acuarela está enamorada de él. Un amor silencioso pero incompleto.

Hoy el chico que pareciera estar hecho de periódico la está observando de nuevo, en pausa y en silencio. Sin decir nada, se abre el saco de su pecho y un viento atraviesa las letritas y el papel de su camisa, alejando a la nube de una vez por todas y apagando el dolor del fuego interno de ella. El calor que sigue existiendo entre los dos quema el papel con el que está cubierto el chico, que ya no pareciera estar hecho de periódico, está desnudo y se ve como pintado en acuarela. 

viernes, 29 de marzo de 2013

Por la ciudad

Camino por la ciudad. Todos los edificios son blancos, cuadrados. No hay cúpulas ni chimeneas, ninguna curva. Algunos cables que vienen de algún lugar a otra parte. El cielo es azul; las sombras también, no negras ni grises; azules. Yo mismo me veo distinto, mi cabello es más largo, estoy más delgado, mis pantalones y chamarra son negras y mi camisa es blanca. Me topo con un sombrero.

Cuando lo levanto y me lo pongo descubro una pequeña iguana debajo de él. Me observa fijamente. Ahora yo soy el que está debajo del sombrero y volteo buscando algún lugar donde reflejarme para ver si no soy una iguana yo también. No encuentro ventanas. No hay autos con espejos donde pueda mirarme; ahora veo que las calles no tienen aceras. Me parece estúpido apenas darme cuenta de eso, de que estoy sólo, de que no hay puertas tampoco, ni autos. Ahora me parece estúpido pensar que sólo porque en este mismo espacio no hay ruidos ni personas estoy totalmente solo. Puede haber alguien más por ahí, pensando lo mismo.

Me topo con una ventana. Sabía que debería haber alguna. Si bien el interior es oscuro y no logro ver lo que hay dentro de esas casas cuadradas logro reflejarme. Definitivamente no soy una iguana. Definitivamente sigo siendo yo.