viernes, 29 de marzo de 2013

Por la ciudad

Camino por la ciudad. Todos los edificios son blancos, cuadrados. No hay cúpulas ni chimeneas, ninguna curva. Algunos cables que vienen de algún lugar a otra parte. El cielo es azul; las sombras también, no negras ni grises; azules. Yo mismo me veo distinto, mi cabello es más largo, estoy más delgado, mis pantalones y chamarra son negras y mi camisa es blanca. Me topo con un sombrero.

Cuando lo levanto y me lo pongo descubro una pequeña iguana debajo de él. Me observa fijamente. Ahora yo soy el que está debajo del sombrero y volteo buscando algún lugar donde reflejarme para ver si no soy una iguana yo también. No encuentro ventanas. No hay autos con espejos donde pueda mirarme; ahora veo que las calles no tienen aceras. Me parece estúpido apenas darme cuenta de eso, de que estoy sólo, de que no hay puertas tampoco, ni autos. Ahora me parece estúpido pensar que sólo porque en este mismo espacio no hay ruidos ni personas estoy totalmente solo. Puede haber alguien más por ahí, pensando lo mismo.

Me topo con una ventana. Sabía que debería haber alguna. Si bien el interior es oscuro y no logro ver lo que hay dentro de esas casas cuadradas logro reflejarme. Definitivamente no soy una iguana. Definitivamente sigo siendo yo.