martes, 4 de junio de 2013

Caída Libre

Déjalo que duela.
Al final del día voy a dormir, olvidando todo esto. Luego despertaré sin saber qué parte es real y qué parte sólo sueño, y me fingiré seguro de la respuesta. Me diré:

“Jacques, has estado cayendo por este abismo desde hace más de trece años. Has perdido las ropas por la erosión del viento, se ha cristalizado tu piel por la temperatura y la falta de sol, sólo te queda tu reloj y las visiones”

Tal vez esto es patológico y ya. Tal vez al otro lado del dormir vivo una vida real y cada noche sueño la misma pesadilla. La del niño que tropezó y cayó en el lugar incorrecto en el momento incorrecto. Todo por hacer lo incorrecto. Ahora soy un adulto que podría llamarse experto en el arte de caer.
Están las visiones, eso sí. Colores que cobran formas y rostros, silbidos que se hacen voces. No estoy solo y tal vez ni siquiera son visiones, sino verdaderos seres que me acompañan o que caen también.

A quién engaño. Estoy solo.

Y me consuela imaginar que alguien allá arriba aún pregunte por mí.